El día en que entendí que no había un solo norte
- Stephanie Espinoza
- 21 jul
- 1 Min. de lectura

No sé si a vos también te ha pasado, pero yo pasé años buscando respuestas sobre mi cuerpo y mi sexualidad, creyendo que las iba a encontrar todas en un solo lugar. En una consulta, en un libro, en una relación. Y cuando no aparecían, pensaba que era yo la que estaba mal.
Pero con el tiempo entendí que no estaba rota. Estaba desorientada.
Y no por falta de voluntad, sino porque nadie nos enseña a hablarnos bonito. A escucharnos sin juicio. A nombrar lo que duele o lo que simplemente no se siente. Nadie nos enseña a entender que la sexualidad también es cuerpo, historia, deseo, dudas, silencios, hormonas, miedo, y placer. Que no hay una sola forma correcta de vivirla. Y que cada etapa de nuestra vida nos pide nuevas rutas para volver a casa.
De ahí nació la brújula.
No como una solución mágica, sino como una compañera de viaje.
Comentários